El pasado 27 de enero escribí un articulo titulado "La orquesta del Titianic", vean link aquí, en el que entre otras cosas decía, y cito literalmente, lo siguiente: "Y mientras TODA ésa panda que se ha apoderado del poder sigue haciendo de las suyas, y no van a parar, el pueblo empieza a pagar psicológicamente la enorme carga mental que la pandemia ha causado, y de lo que apenas se habla. Gente que hasta no hace tanto eran perfectamente normales..., ahora se comportan de maneras cada vez más extrañas. Y eso lo acabaremos pagando todos, si no lo estamos pagando ya". Fin de la cita. 

El pasado 3 de febrero escribí un artículo titulado "O confinamos radicalmente 5 semanas..., o puede que que hasta 2024 no vuelva la normalidad", vean link aquí, en el que entre otras cosas decía, y cito literalmente, lo siguiente: "La falta total de liderazgo ante la que es ya la mayor crisis que ha vivido la humanidad, se ha llevado por delante demasiadas vidas humanas, y las que se va a seguir llevando, se ha llevado por delante la economía, y ya está afectando mentalmente a demasiada gente. ¡¡A demasiada!!". Fin de la cita. 

 

El pasado 9 de abril escribí un artículo titulado "Ante tantas evidencias no me queda otra que rendirme", vean link aquí, en el que entre otras cosas decía, y cito literalmente, lo siguiente: "El equivocado soy yo. Y cuando alguien se equivoca tiene que dar la razón al que la tiene. Los cuatro problemas que ha ido planteando la crisis del Coronavirus, sanitario, económico, social y mental, están resueltos y bien resueltos. Andorra vuelve a ser aquel país al que el resto del mundo le tenía tanta y tanta envidia. ¡¡Volvemos a ser los campeones de la Champions League!! (Modo ironía ON)"... "Y todo lo anterior nos lleva al problema mental. Sólo hacía falta que el máximo responsable del Servei de Salut Mental dimitiera ayer mismo. Como dice aquella vieja expresión: "éramos pocos y parió la abuela". Menudo desaguisado. El nivel de crispación que se respira en la calle está llegando a su punto más álgido. Ya no se habla. Ya no se conversa. Ya no se razona. La confrontación, la polarización, están cada vez más presentes en nuestras vidas. Si alguien no dice lo que gusta a la parte contraria, se le bloquea por tierra, mar y aire. Sin contemplaciones. Y actuando con esa inmadurez, ¿a dónde se piensan que vamos a ir? De cabeza al precipicio. No hay otra"... "Apartarnos de los valores tradicionales, y hace tiempo que se ha hecho, acabará con todos nosotros. Homo homini lupus es una locución latina de uso actual que significa "el hombre es el lobo del hombre" o "el hombre es un lobo para el hombre". ​Se suele citar cuando se hace referencia a los horrores de lo que es capaz la humanidad para conseguir lo que quiere. ¡¡Qué pena!!". Fin de la cita. 

Los problemas psicológicos hace mucho tiempo que se han instalado en nuestro país. Chavales que están hartos de no poder hacer lo que les venga en gana, padres con muchos problemas para llegar a fin de mes y madres, muchas de ellas también trabajadoras, y que son tradicionalmente las que cohesionan la unidad familiar, totalmente desbordadas. El barril está lleno de pólvora y metralla. La mecha está puesta. Tan solo se necesita una pequeña chispa y saltará todo por los aires. ¿Hablamos de las madres monoparentales que han tenido que hacer frente a todo esto ellas solas, que han visto mermadas sus pensiones compensatorias, etc, etc...? Mujeres que están sacrificando sus vidas, ni agradecido, ni pagado, y a las que les gustaría, seguramente, disfrutar de las suyas. ¿Acaso ellas no necesitan amar y ser amadas?

Y hoy me quiero referir a ellas, "las grandes obviadas", en todo este disparate de cómo se está gestionando la dichosa pandemia. En un artículo aparecido recientemente en eldiario.es, se puede leer que "la pandemia afectó psicológicamente más a las mujeres que a los hombres; en muchos casos, su trabajo se sumaba a las labores domésticas no remuneradas y a la gestión de las emociones familiares, y todo ello sin poder contar con apoyo social ni profesional" o que "Sandra, nombre ficticio de una joven de 24 años, sufre de ansiedad, un trastorno que se ha agravado por la crisis del coronavirus. En abril intentó ir al psicólogo de la Seguridad Social, donde le ofrecieron cita para varios meses después: "No le dieron la importancia necesaria, la médica de cabecera me llamó y me dijo que así estaba media España". Ha tenido que acudir a un psicólogo privado para poder gestionar sus problemas mentales" o que "Las mujeres suelen encargarse de la gestión familiar, que incluye no solo la organización y ejecución de las tareas domésticas, sino también la gestión emocional de la familia". También son ellas las encargadas de tareas que "son menos visibles y gratificantes que las que realizan los hombres. Por ejemplo, la limpieza del hogar". "El poco valor social que se le da a estas tareas no permite que las mujeres eleven su autoestima", algo que se vio acrecentado en los meses de confinamiento: ellas se ocupaban de ese trabajo doméstico y emocional, pero también en muchos casos tenían que trabajar o teletrabajar, así que "durmieron menos, descansaron peor y por eso tuvieron más desgaste psicológico" o que "El resto de la literatura mundial de COVID había señalado también que las mujeres sufríamos más síntomas psicológicos asociados en la pandemia. En el primer corte [el inicio de la pandemia] las mujeres reportábamos estar peor, teníamos más síntomas ansiosos, depresivos y síntomas relacionados con trastorno de estrés postraumático en comparación con los hombres" o que "a nivel basal" las personas de género femenino "reportan peores datos de salud mental, como ansiedad, depresión o estrés". Es decir, incluso sin pandemia, las mujeres por lo general reportan más problemas psicológicos, no solo en España sino "también en diferentes culturas y países", apunta la experta, con lo que es cierto que expresan más sus emociones, "pero también hay factores subyacentes", como el partir de una situación psicológica peor. Esto hace que se conviertan en un "grupo poblacional vulnerable" y de riesgo por diferentes factores, como "un incremento de las responsabilidades familiares", pero sin el apoyo social que podían tener antes de la pandemia" o que "la psicología en el ámbito sanitario público está muy minimizada y si quieres acudir a un profesional de la psicología tienes que esperar mucho tiempo porque hay una gran lista de espera y pocos profesionales disponibles". Esto dificulta el acceso a ayuda a personas como María José, de 53 años, a quien diagnosticaron un trastorno ansioso-depresivo en la pandemia: "Casi no he tenido trato con psicólogos de la Seguridad Social", apunta. Ella ha estado "seis meses cambiando de medicación", pero ha tenido que lidiar ella sola con su trastorno y la sensación de aislamiento. Su caso no es el único. Begoña también toma medicación para la depresión y la ansiedad, patologías que se vieron agravadas tras pasar la COVID-19. "Intenté buscar un psicólogo por la Seguridad Social, pero me dijeron que no había, así que tuve que ir por lo privado”. La joven afirma que en la sanidad pública le recetaron "vitamina D" y le dijeron que "ya se le pasaría"".

Toda esta situacion ha sido, es, y será, muy dura emocionalmente para muchas, muchísimas mujeres. La repercusión emocional, el desgaste brutal, está haciendo mella en muchísimas de ellas. ¿De verdad que vamos a ser tan necios de obviarlas? ¿Acaso todos nosotros no hemos nacido de una mujer? 

En la antigüedad egipcia, las mujeres eran vistas y honradas como más altas y más sagradas que el hombre. La mujer es la madre de todos, dando vida, criando, educando y enseñando. Los antiguos egipcios creían que cuando un hombre lograba una gran cantidad de conocimiento, espiritualidad y poder, se le permitía usar una peluca de pelo largo para simbolizar que había alcanzado un cierto nivel parecido al de una mujer. Mientras los dos se unen, ella sostiene a su hombre, dándole fuerza y ​​protección. Hay un dicho que aún sigue vigente en la actualidad, y que dice: “detrás de cada hombre exitoso hay una mujer fuerte que lo sostiene".

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Permítanme para ir acabando pegarles un escrito que encontré en Internet, que creo que refleja muy bien la situación que hoy en día viven muchas mujeres: 

TE TOCÓ UNA MAMÁ QUE TRABAJA

Te tocó extrañarme unas horas.

Te tocó estar un ratito al cuidado de otra persona que no soy yo.

Te tocó tener que mirarme con esos ojitos que no entienden mucho qué pasa cuando me voy por la puerta.

A mí me tocó salir de casa con un nudo en el estómago y los ojos llorosos.

Me tocó ver tu carita confundida cuando atravieso la puerta para irme.

Te tocó jugar a mirar por la ventana o la puerta porque “está llegando mamá”.

A mí me tocó trabajar extrañándote con tanta fuerza que nunca creí posible. Querer volver a casa teletransportada.

A ti te tocó sonreír como nunca cuando me ves llegar. Con esa boquita con pocos dientes.

A mí me toco que me explote el pecho de amor cuando me encuentro contigo.

Nos tocó esto. ¿Cuesta? Muchísimo, pero el reencuentro es todo.

Las abrazo a todas las que están volviendo a trabajar. Disfruten el reencuentro.

"Para todas ustedes que dan lo mejor día con día para que a sus hijos no les falte nada".

Autor: Desconocido.

¿De verdad que a estas alturas hay todavía alguien que tenga alguna duda de en realidad quiénes son el "sexo fuerte"? ¿Y si reescribimos el cuento? "Érase una vez, en un lugar lejano, dos sexos, humanos y hermosos ambos, que convivían respetándose, admirándose, colaborando en igualdad y aprendiendo uno del otro. Ambos eran poderosos y sabios en su existencia en común. Ambos cuidaban, amaban y creaban un mundo mejor..." ¿Qué pasaría si interiorizáramos estas verdades? ¿Qué mundo crearíamos entre todos?...

¡¡Mi más profunda y total admiración para todas vosotras!!

Intenten ser felices.