¡Cuánta razón tenía Don Antonio!

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Contemplo aterrorizado la que tienen liada los taxistas en España, en plena época estival. La imagen que se está dando de España es más que penosa. Los nacionales, más o menos, se conocen el camino y/o algunas alternativas para moverse entre el colapso causado. Pero, ¿qué culpa tienen los pobres turistas, que no se saben mover por las ciudades, por la mala cabeza de unos y otros? 

Sin entrar a dar razones a unos o a los otros, para el que lo desconozca la empresa de autocares Alsa, propiedad de la inglesa National Express es, vía Tibus SA., propietaria de numerosas licencias VTC, origen del conflicto que ahora ha estallado, voy a intentar argumentar mi razonamiento: Del mismo modo que hubo la revolución de la imprenta o la revolución industrial, ahora estamos en plena revolución de Internet, y estoy convencido que muy pocos gurús de los que viven en Mountain View, California, o en Medina, a las afueras de Seatlle, intuyen cómo puede acabar todo esto.  

Imagino que al igual que hoy los taxistas se quejan del progreso cuando les llegó la hora a los, entre otros muchos oficios desaparecidos no hace tanto, pregoneros, lateros, lañadores, talabarteros, guarnicioneros, amoladores, afiladores, albarqueros, lecheros, cenacheros, paragüeros, serenos, colchoneros, vadeadores, deshollinadores, lavanderas, cortadores de hielo, faroleros, ascensoristas, aguaderos, hilanderas, carboneros, mieleros, queseros, barquilleros, barberos, lustreros, también lo hicieron. ¿Y qué puede ser más inteligente que convertir de las amenazas en oportunidades? ¿Por qué no se han sentado durante todo éste tiempo, las crisis no estallan de un día para otro, a pensar cómo hacer frente a UBER, CABIFY, o quién diantres consideren ellos una amenaza? ¿Cuántas "centrales" siguen habiendo en cada población? ¿Por qué no hay una App que centralice todos los taxis españoles? ¿Por qué es tan difícil obtener una licencia de taxi? El taxi, en principio, es un servicio público, regulado por la administración, y realizado por privados. ¿Por qué? Hay tantas y tantas preguntas que habría que hacerse...

Llevar cualquier problema al absurdo es una de las mejores maneras de demostrar que no se va a ninguna parte con según qué planteamientos. Imaginemos que somos uno de esos que se creyeron aquel famoso y triste axioma que se atrevía a afirmar que "los pisos NUNCA iban a bajar". Y en un momento determinado, en la cresta de la ola, compramos una unidad inmobiliaria por, supongamos, 500.000€ y que ahora solo vale 100.000€. ¿Acaso podríamos pretender que el gobierno nos indemnizase? Pues ahora cambien "unidad inmobiliaria" por "licencia del taxi" y verán el absurdo total del razonamiento. 

Y en lo que tampoco se puede caer es en lo que siempre algunos economistas han citado triunfantemente y conocido como la mentira del "cristal roto, en la que se opina que cualquier acción destructiva es paradójicamente “buena para la economía”. (La referencia es una lección clásica dada por el economista Frédéric Bastiat en 1850). Dejen de romper cosas y de hacerse daño mutuamente, por favor.

Todo en la vida, salvo la muerte, tiene solución. Y si encima es una solución inteligente, que no de una mala imagen a los nacionales y extranjeros, mejor que mejor.

 

 

 

 

 

 

Intenten ser felices. 

 

 

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