Cuaderno de Bitácora (21)

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Día 21

¡¡Buenos días cuaderno!!,

"si alguien mata a una persona sería como si matase a toda la Humanidad; y si alguien salva una vida sería como si hubiese salvado la vida de toda la Humanidad". (Qur'an, 5:32).

 

 

Que lo diga el Corán o que se lo arroguen los judíos, tanto me da; lo importante es el mensaje de unos y otros. Y una vez más, otra más, hay que apelar al sentido común de todos aquellos irresponsables que se están tomando nuestra terrible situación a la torera. ¡¡Recórcholis que solo se os está pidiendo que os quedéis en casa!! 

 

 

Tan solo desde la responsabilidad de ¡¡TODOS!! nosotros, incluidos los irresponsables, nos podremos salir de ésta. No nos queda otra. A falta de la total aprobación del cáliz de la vida y de nuevos medicamentos que ya se han probado con éxito en la prestigiosa Yale University, quedarse en casa es lo que ¡¡TODOS!! y cada uno de nosotros, incluidos los irresponsables, podemos aportar de manera unánime. Fíjense en la curva de Italia, nuestro referente, cómo empieza a inclinarse:

 

 

Cierto que habrá que esperar un par o tres de días para ver si se confirma la tendencia, pero todo indica que ya ha empezado a hacerlo. ¡¡Por favor, quédense en casa, gracias!!

 

 

Ayudemos a los que en realidad más nos están ayudando a conseguirlo. Nuestra gran "heroicidad" es quedarnos en casa. El resto es cosa de los que de verdad saben de esto, gracias.

 

 

Tiempo habrá de pedir todas las explicaciones a ¡¡TODOS!! los que haya que pedírselas. Igual que los pecados que se pueden realizar de pensamiento, palabra, obra o acción, y omisión, a ¡¡TODOS!! los dirigentes se les puede juzgar por lo mismo. Pero ahora toca ser más responsables que nunca para que ¡¡TODOS!! nuestros dirigentes no tengan absolutamente qué reprocharnos. Seamos sensatos y no les demos la más mínima oportunidad de hacerlo, que lo intentarán hacer. 

 

 

Estamos una situación excepcional que como en todas las situaciones excepcionales va a acabar sacando lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros; produce aflicción leer según qué comentarios xenófobos en las redes sociales. ¿Se pueden poner en la piel de todos aquellos que ésta situación ha pillado a miles de kilómetros de sus casas? Si a alguno de todos ustedes les hubiera pasado lo mismo, ¿les gustaría que cualquier pueblo y gobierno de dónde se encontrarán les acogiera como lo que son, personas, o como extranjeros de ínfima categoría? Todo lo que demos hoy, puede que la vida nos lo devuelva algún día. Puede.

 

 

Ayer leí un artículo de Jennifer Delgado Suárez, vean link aquí, que me puso los pelos de punta, del que les pongo una parte, y cito textualmente: "La sociedad que minimiza la muerte de los ancianos se ha olvidado que ha sido construida por esos ancianos, esos que hoy se han convertido en un número que miramos con cierto estupor y desde la distancia, sintiéndonos falsamente seguros de que no nos va a tocar a nosotros. Fueron esos ancianos los que lucharon por muchas de las libertades que hoy disfrutamos. Los que recogieron los pedazos desechos de muchas familias durante la crisis y los que hoy están cuidando a sus nietos – aunque ello puede significar una condena mortal – porque les han suspendido las clases.

Por eso, aunque sea ley de vida que las personas mayores nos abandonen primero, no puedo sino estremecerme por esos ancianos a los que nadie tiene en cuenta. Por mis ancianos. Y también por mí misma. Porque a la vejez llegamos todos, incluidos esos que hoy presumen de juventud y sacan músculo de inmunidad. Y si bien es cierto que la muerte de niños y jóvenes conmueve, eso no nos da derecho a minimizar la pérdida de quienes han vivido más. Cada vida cuenta. Olvidarnos de ello nos insensibiliza y acerca peligrosamente a la sociedad distópica que dibujó Lois Lowry.

Por eso, no puedo evitar estremecerme al pensar que vivo en una sociedad a la que parece importarle más las consignas y la economía que las vidas. En una sociedad donde el progreso se mide en términos de PIB y tecnología en vez de hablar de bienestar y salud para todos y cada uno de sus miembros.

Por eso también me resulta escalofriante la tranquilidad con la cual se dice que el coronavirus “solo” afecta seriamente a los ancianos – una verdad a medias ya que también mueren personas jóvenes y saludables, como indicó el mayor estudio realizado realizado hasta el momento – y a personas con patologías previas, aunque bajo el paraguas de “patologías previas” no se esconden enfermedades terribles sino problemas tan comunes como la hipertensión y la diabetes – como reconoció el propio Ministerio de Sanidad. Y en España, 16,5 millones de personas padecen hipertensión, según la Sociedad Española de Cardiología y 5,3 millones tienen diabetes, según la Fundación para la Diabetes. Y todos no son ancianos.

Eso significa que esta lucha es de todos. Y no es una lucha por la supervivencia individual sino por la supervivencia colectiva. Por la supervivencia de los grupos más vulnerables. Y por la supervivencia de lo que queda de humanos en cada uno de nosotros. Porque si bien es cierto que en circunstancias extremas sale a relucir lo peor de las personas, también sale a la luz lo mejor que tenemos dentro. La decisión es nuestra.

Por eso, hoy alzo la voz por los ancianos. Por esos ancianos que quizá no la alzarán. Porque no pueden. O porque no quieren. O quizá porque tienen esa sabiduría que le confieren los años y saben que aprenderemos la lección, cuando la vida se encargue de colocar a cada uno en su sitio.

Aunque quizá, el mío sea tan solo un grito que no hará eco en una sociedad demasiado endurecida e individualista que se ha quedado sorda a todo lo que no sea su egolatría narcisista".

 

 

¿En qué nos hemos convertido como colectivo? ¿Aprenderemos de una maldita vez a valorar lo esencial, lo que es invisible a los ojos, o seguiremos dejándonos deslumbrar por toda ésta panda que se ha apoderado del poder, más todos los neófitos que se están intentando subir al carro de los que NO PRODUCEN NADA? Por esos mindundis del tres al cuarto que ya se esta viendo que no sirven absolutamente para nada útil. Si de lo que se trata es de eliminar de las calles "todo lo que no sea esencial", lo que habría que hacer es empezar por todos ellos. Que se queden en su casa, que ya serán llamados a juicio. Y si puede ser calladitos, mejor que mejor, porque cada vez que hablan o se expresan por las redes sociales, le están dando alas a su infinita ignorancia y estupidez que son muchísimo más peligrosos que el propio Coronavirus.  

 

 

Aprovechen de la mejor manera que sepan su tiempo, porque el tiempo no es oro; el tiempo es vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Intenten ser felices. 

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