Los verdugos jamás pueden ser las víctimas

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Desde que el mundo es mundo la primera astucia de la conciencia culpable es la criminalización de la víctima. Y lo mismo da que se haga en Japón con su tradicional chu, que es la obligación que tienen los súbditos de devolver al emperador los inmensos dones que le deben, el de la vida para empezar, pero también la paz, la salud y el alimento, o que La Torá dictase que una mujer acusada de adulterio era inocente si soportaba impertérrita el agua sagrada mezclada con tierra a los pies del Tabernáculo; si su estómago se contraía, en cambio, era declarada culpable. El dispositivo ordálico, que es un modo de valoración cuyo fundamento y realización se basaba en la creencia de la intervención de la justicia divina en la realización de determinadas pruebas a través de las cuales los acusados podían demostrar su inocencia, reposaba sobre un razonamiento condicional implícito, el de que si la acusada salía con bien de la prueba era porque dios ya la había elegido previamente para vencer a la acusación de su marido, y que ya se encontraba presente en el código de Hammburabi, siglo XX a JC.  

 

 

Podemos mencionar también a los españoles que saquearon los tesoros incas y aztecas y sometieron a servidumbre o esclavitud a los pobladores autóctonos, pero los motivos aducidos por la Corona de Carlos I y repetidos por sus soldados no podrían ser sino nobles o santos: el “poblamiento”, como si América estuviera despoblada, la "pacificación", como si la Corona no viniera de estar guerreando largos siglos con los moros y la Conquista de América no fuera la continuación de la Reconquista peninsular, y la "evangelización", en realidad, la conversión forzosa y la sacramentalización bajo amenaza. O al estado soviético que acusó al trotskista Kurt Landau de ser el líder de una banda terrorista poco antes de asesinarlo. En la extinta URSS los dueños del lenguaje denominaban al campesino como mujik, que significa etimológicamente "hombre pequeño" u "hombrecillo", y términos despectivos frecuentes para definir al estado llano como "chusma" o "populacho", todavía puede encontrarse en los pseudointelectualillos que nos gobiernan, o como cuando la facción sublevada del ejército español ante el gobierno legítimo de la II República acusó en su Ley de Responsabilidades Políticas (1939) a los republicanos leales de sublevarse ante el ejército; "El Movimiento Nacional no ha sido nunca una sublevación. Los sublevados eran, y son, ellos, los rojos", llegó a decir Franco en una entrevista de 1937.

 

 

Y qué decir de la "Judenfrage" que pedía una solución al problema, los judíos, y que terminó siendo un casi exterminio de ésa raza en toda regla. Hitler y Mussolini tenían de la masa del pueblo una opinión ínfima que la acercaba a la animalidad. A los judíos ni los consideraban. “La gran masa”, escribió Hitler en Mein Kampf, “es sólo una parte de la naturaleza”. Esta esencia subhumana explicaba la necesidad del guía de rebaño o conductor de multitudes: un líder. La raíz verbal de leader es to leadconducir, un verbo que constituye también la raíz del tratamiento de Hitler (Führer, de zu führen, guiar o conducir) y de Mussolini (Duce, de ducere, con idéntico significado). La teoría nacionalsocialista distinguía entre la clase rectora o elite, una suerte de aristocracia natural que aportaba la inteligencia y la dirección del movimiento, y las masas inertes sólo capaces de seguir al vencedor. "Las mayorías carecen de personalidad e individualidad y por lo tanto son incapaces de gobernar", escribe Hitler en Mein Kampf. 

 

 

El problema de los indígenas, de los judíos, de los moriscos o de los negros, o de cualquiervíctima en general, forma parte del lenguaje viciado de los vencedores que dominan el aparato del estado. Desde su óptica privilegiada, la etnia minoritaria o alejada del poder que no desaparece se convierte en un problema, como la mala hierba para el agricultor, y cuya solución más rápida siempre es la aniquilación. Y es que tal y como ya avisa Lady Macbeth "una vez el puñal cumplió su tarea hubo de lavarse la sangre derramada escondiendo el arma homicida".

 

 

Puesto que el sentido de la justicia se aloja por igual en el corazón de los vencedores y en el de los vencidos, el crimen y la infamia tienden a ocultarse cuanto antes. De la necesidad de atajar el sentimiento de aversión que el criminal suscita ante los demás y ante sí mismo procede el fenómeno psicológico del odio del verdugo hacia su víctima. Pues cuando una deuda no se puede saldar, ya sólo cabe negarla. Para descargar nuestro odio sobre quien antes ha sufrido nuestros golpes es preciso invertir los términos del crimen. De tal forma, el verdugo que relata la historia ha de proponerse a sí mismo como víctima y al tiempo transformar a la víctima en verdugo.

En Andorra, a raíz de todo lo sucedido a partir de la primavera del 2014 y sobre todo tras el INFAME 10 de marzo de 2015, y materializado por los VIPS de la panda de la pizzería, ha habido unos pocos verdugos y muchísimas víctimas. Y lo que era más que predecible es que ahora esos pocos verdugos vayan de víctimas en todos aquellos medios que aún les siguen dando pábulo, es decir en los mismos medios cómplices y sumisos al poder. Presión es que sin saber el porqué te veas en la calle sin empleo, o que te bloqueen las cuentas sine die, o que te estigmaticen de tal modo que te sea imposible volver a encontrar un nuevo empleo, o que, sobre todo, a determinadas edades sea imposible volver a acceder al mercado laboral, o que tu ritmo de vida salte por los aires, o que tus hijos ya no puedan tener vacaciones, o que tus hijos ya no puedan ir ni a las colonias, o que llegar a final de mes sea una quimera, o que comprar lo básico sea un imposible, o que no puedas ni pagar el alquiler o la hipoteca, o que no tengas ni medios para poderte defender, o que los que tienen que velar por ti no lo hacen, o ver cómo tu proyecto de vida se acaba de repente, o convertirte en un apestado, en un marginado social. ¡¡Eso es Presión!! 

 

 

 

Es del todo repulsivo que dichos medios sigan dando voz a los verdugos que no a las víctimas. Es del todo repulsivo que en Andorra tras las últimas elecciones no haya cambiado nada de nada y que todos los cómplices de lo que aquí pasó sigan en sus cargos. El del todo repulsivo que los que en su día pretendieron alzarse en oposición hayan sucumbido al poder, vayan ustedes a saber a cambio de qué. Es del todo repulsivo que los que antes ponían el grito en el cielo por los continuados desatinos del Govern dels milors, ahora se vean intentando justificar lo que ellos mismos saben que nunca va a poder ser justificable. Es del todo repulsivo que aún pretendan que el pueblo llano entienda sus patéticas y absurdas explicaciones, y es que el pueblo llano no las va a entender nunca. 

Andorra sigue a la deriva. Aquella Andorra próspera que algunos tuvimos el placer de disfrutar, languidece. ¿Quo Vadis Andorra?

No consientan que les sigan tomando el pelo los de la panda de la pizzería. Todos nosotros somos las víctimas de su mal saber hacer. Ellos son los verdugos. Y los verdugos jamás pueden ser las víctimas. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Intenten ser felices. 

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