Hay personas que vienen a este mundo a sufrir, simplemente a sufrir. Ese es su sino. Personas que desde bien pequeñas se dan cuenta que no encajan con el resto. Personas que desde niños se amamantan del rechazo, del abandono, de la incomprensión de su entorno familiar. Personas que desde niños, y ante esa situación, que por supuesto ni comprenden, ni entienden, no dejan de ser niños, se refugian en aquello que les produce su propio bienestar, que normalmente es el conocimiento, el saber. Personas que lloran en silencio, muchas veces no saben ni por qué lloran, sus carencias. Personas que van a crecer, sin saberlo, con un vacio afectivo que en muy pocas ocasiones van a poder llenar, y que si alguna vez lo consiguen, la propia vida se encargará de vaciárselo. Personas que son muy vulnerables y a las que es muy fácil destruir por esa misma vulnerabilidad. Personas que van a preocuparse por todo y por todo, gratuitamente, suelen ser muy generosas, pero de las que por ellos muy poca gente se va a procupar a lo largo de su existencia. 

Esas personas cuando llegan a la edad escolar, y ante rechazo el general de sus compañeros, muchas veces muy cruel, recuerden que también lo reciben en el entorno familiar, se sumergen todavía más en su mundo interior, que es el que les da su plena satisfacción. Y aún sin saberlo, es ahí dónde se empiezan a hacer amigos de la soledad. A esas personas cada vez les interesa menos todo aquello que pasa a su alrededor porque no entienden absolutamente nada de nada. 

Esas mismas personas cuando llegan a la universidad, tienen unos conocimientos supinos en todas aquellas materias que más les hayan intersesado, y se salen en las carreras. Siguen siendo felices en su mundo interior, pero les llega la hora de salir a la calle a empezar a vivir la vida, a tener que relacionarse con el resto personas, y es aquí dónde les empiezan a surgir todos los problemas porque afectivamente no se saben desenvolver. Han crecido sin afectos. Han crecido rechazados por todo y por todos. En su mundo son dieces, pero fuera de él, son en muchísimas ocasiones auténticos ceros. En un porcentaje muy alto el resto de las personas, puede que el 85%, ni las ven. Y un 10% les aburre soberanamente.

Y empiezan los fracasos. El mundo es un lugar totalmente inóspito para ellos. No entienden por qué si para ellos la solución es fácil, se aplican soluciones, para ellos, tan absurdas. No entienden que en el trabajo se les valore tampoco. No entienden por qué por encima de ellos hay gente tan mediocre y tan poco preparada. No encuentran pareja porque casi nadie les entiende. Y cuando la encuentran, fracasan porque no están a la altura, ni uno, ni el otro. No entienden por qué la genta da tanta importancia a cosas que ellos no le dan ninguna, y viceversa. Son unos auténticos extraterrestres en la tierra. No entienden nada de nada. Su mundo sigue siendo su gran refugio. Normalmente se involucran a tope en sus trabajos para olvidarse del vacio tan impresionante que tienen en su interior. Algunos les da por llenarse de muchísimas actividades para no pensar lo solos que se encuentran. Y a otros, los menos, les da por beber, por drogarse, para no pensar, para olvidarse, de lo infelices que pueden llegar a ser, y de lo vacios que están interiormente. Ahí empiezan los pensamientos negativos...

Y esos pensamientos negativos les van a acompañar, aunque sea de manera inconsciente, toda su vida. La bebida, las drogas, no llevan a ninguna parte. Lo único que hacen es complicar, aún más si cabe, su existencia. Algunos no logran superarlo. Otros se quedan en el camino. Y los más afortunados, llegan a tocar fondo. Y cuando se toca fondo, si no hay lastres que se lo impidan, lo único que les queda es salir a la superficie. 

Y cuando lo logran, son personas nuevas. Personas que no volverán a ser nunca más lo que fueron. Personas que si han tenido la enorme fortuna de haber conocido un alma gemela, maravillosa, y esta no se ha colmado con todas las estupideces cometidas anteriormente por su pareja, y son capaces de perdonar todas las burradas o actos cometidos por su pareja en su autodestrucción, y son capaces de volver a poner el marcador a cero, desde el menos cuatro, o desde el menos ocho, o desde dónde sea..., seguirán caminado juntos de la mano el resto que les quede de vida, en paz y tranquilidad. Porque para todas estas personas diferentes, la paz y la tranquilidad son esenciales en su existencia. 

En la vida, menos la muerte, todo lo demás tiene solución. Hasta las personas diferentes se merecen una última oportunidad, aunque hayan estado media vida perdidas porque desde que nacieron no han entendido nada, y porque poseen enormes cualidades, y además tienen un plan. Ellas siempre tienen un plan porque tienen una mente prodigiosa, muchísimos conocimientos y toda la imaginación del mundo mundial. Y luchar por recuperar a sus Dulcienas, porque ellas les hacen a ellos mucho mejores, y plenamente felices y dichosos, es la única opción que a todos los Quijotes, aunque se hayan pasado media vida luchando contra molinos de viento, les satisface. La vida para ellos también puede ser bella, aunque no la hayan entiendido nunca, aunque la hayan padecido siempre, y aunque a ellos les haya tratado tan mal. Ni son mejores ni peores que el resto. Simplemente, son diferentes. 

Inteten ser felices.