Marta PINACHO
Yo no conozco demasiado personalmente a Joan Pau. No éramos amigos. No quedabamos a cenar ni nos íbamos juntos de vacaciones. Creo que no es necesario todo eso para pensar que no está bien lo que le está pasando. Creo que es injusto, pero sobre todo prepotente, actuar con una persona de la manera que lo están haciendo con él. Todos podemos equivocarnos, pero existe la presunción de inocencia, o eso creía, en un país civilizado y con un estado de derecho, con unas leyes para protegernos a todos y no sólo a unos cuantos.
La situación que está viviendo Joan Pau no sólo le afecta a él. Detrás están su familia, sus amigos... con una impotencia y una indefensión tan brutales que me avergüenza pensar que yo formo parte de esta sociedad, que sigo viviendo y disfrutando de una libertad que visto lo visto igual ni merezco según la visión de unos cuantos. Todos estamos expuestos a que se nos juzgue dentro y fuera de los juzgados pero deberíamos poder estar protegidos frente a la infamia y la calúmnia, si no de la opinión pública, al menos por parte de las autoridades politicas y judiciales.
Siento muchísimo lo que está pasando Joan Pau. Pero sobre todo siento profundamente lo que están pasando su mujer, sus hijos, sus padres... creo que no es justo por no decir que creo que no debería poder ser legal.
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